La juventud se encuentra presente en los movimientos sociales, ligada a la irrupción que se produjo con el 15M, en la que los y las jóvenes jugaron un papel fundamental. La idea de la injusticia se advertía como uno de los motores de la movilización; por una parte los desahucios, los despidos masivos y el empobrecimiento y la miseria, en definitiva, la violencia estructural del sistema capitalista, y por otra la opulencia de una clase oligárquica, la casta, que había entregado la política a los grupos que presionaban al Estado.

Por una parte, la ofensiva de la Iglesia, un grupo de presión sectario muy interesado en chantajear usando su poder en la educación, consiguiendo también introducir la reforma del aborto en la agenda de gobierno. Por no hablar del poder de la troika, el BCE y el FMI, que han intervenido la política económica del Estado español, ante un gobierno totalmente títere de los poderes fácticos.

Las teorías de la disonancia cognitiva indican que el individuo siente malestar cuando su ideología es incoherente o carece de plasmación en la realidad. La autoridad se encuentra, añadimos, en la centralidad del malestar. En la distorsión, es decir, en la frustración es cuando se abre la posibilidad de movilización social. El malestar se reduce a través de la acción política que, por tanto, ha de contar con un fin; identificado en la cultura juvenil por el surgimiento de un mundo nuevo, un fin utópico que, sin embargo, supusiera una imagen coherente, deseable, a la que se pudiera ir accediendo mediante la conquista de terrenos liberados y superados del mundo antiguo, como la represión sexual, la ausencia de la experimentación y los nuevos horizontes políticos.

La sensación de injusticia se analiza en la ciencia política, partiendo de la premisa de Sorokin de que tiene lugar por la privación y la miseria, la acumulación de frustraciones del individuo expresadas en la pobreza. Davies le contesta que no es la miseria económica la que conduce de por sí a la movilización y a la revolución. Elabora una teoría de la privación que explicaría la sensación de injusticia en que, durante la “época de bonanza” y de crecimiento económico, añadiremos que con una distribución social ya injusta, las aspiraciones de los individuos crecen de forma exponencial, y al tiempo que crecen los salarios se produce un margen tolerable entre dichas aspiraciones y los logros efectivos y materiales del individuo.

Cuando llega la crisis, según la teoría de Davies, es cuando dicho margen es intolerable y los logros, es decir, la calidad de vida del individuo, cae de forme considerable y pareja a la pérdida de salarios y a la falta de la protección del Estado en forma de servicios públicos, pensiones o prestaciones por desempleo. Como vemos, la actual crisis del capitalismo en el Estado español, se ajusta como modelo perfecto para este análisis. Los jóvenes ni siquiera pueden, en numerosas ocasiones, imaginarse un futuro.

Las condiciones materiales de vida han empeorado, pero Gurr pule esta teoría de Davies y explica distintos tipos de privación, perfeccionando las herramientas de análisis. La privación aspiracional supone un aumento progresivo de las expectativas, quizás por la introducción de un nuevo sistema de valores, como podría ser la introducción del consumismo en la juventud china. La privación decreciente se produce cuando un joven mantiene las mismas aspiraciones, por ejemplo es un desempleado, pero deja de percibir las prestaciones y entonces el margen entre aspiraciones y logros se vuelve intolerable.

Sin embargo, hay otras teorías en la ciencia política, si aplicamos la óptica funcionalista de Johnson al caso de la juventud, el sistema de valores adaptado a la sociedad ha entrado en crisis. Puede tratarse de cambios de valores que provengan del exterior, las críticas al sistema político que podrían generar un imaginario colectivo para la juventud, generando de paso la movilización, politizándose en las calles. Pero si atendemos a las condiciones materiales, encontramos el empeoramiento de las condiciones reales de existencia de los y las jóvenes, que conducen a la sensación de injustica.

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