Hablemos de la música de Jefferson Airplane, una banda iconográfica del Verano del Amor, concretamente del disco Surrealistic Pillow; recomiendo escuchar los directos de White Rabbit y Somebody to love, las mejores canciones. El disco Surrealistic Pillow es donde Grace Slick se erige como profeta de la psicodelia, examinando los vídeos de los directos concluimos que la cantante no se dirige al público; habla directamente a nuestra mente (invocándola varias veces) y el eco de su voz retumba como el impacto de una larga y sabrosa calada; entonces, el efecto de la droga se desata. White Rabbit se inicia como el cuento de Alicia en el país de las maravillas, la niña se va durmiendo poco a poco y, como en el cuento de Carroll, la distorsión de la realidad sorprende a Alicia, que acaba aceptando que ese día ocurrían cosas muy raras. White Rabbit comienza con cierto recelo, aunque pronto nos convence de que debemos resolver los acertijos lógicos del cuento de Carroll, comprendiendo así la canción. Al igual que ocurre con los efectos del cannabis, la dimensión de los cuerpos y las cosas varía engrandeciendo o empequeñeciéndose; Alicia come un pedazo de tarta (una píldora o un pastel de hachís) y apenas cabe en la habitación. Grace Slick sabe que nos ha transportado a su terreno, que una nota grave podría quebrarnos; entonces es cuando Grace libera todo un discurso religioso. White Rabbit es, en mayor medida que Somebody to love o el resto de canciones del disco, un discurso religioso (recordemos que Carroll fue diácono). Grace Slick sabe que no tiene que convencernos de nada; ya amamos la psicodelia, queremos colocarnos y viajar; tan convencida está que se permite la osadía de sonreír descaradamente; otro signo que me indica que habla a mi mente, no a mí ni al público que la escucha. Nos tiene en el bolsillo, y libera el discurso como si estuviera recitando la biblia de los colgados. Grace Slick es una profeta, la hija de Dios, y White Rabbit una canción religiosa. Los colgados rezamos a Jefferson Airplane, alabados sean.

El componente religioso del disco no desaparece en Somebody to love, la canción más emotiva que he escuchado. La canción se inicia después de que nos haya sucedido algo maravilloso; hemos rechazado las imposiciones de la cruda realidad, acallando las palabras feas que alguien nos dirigió, relegando los rostros fruncidos y los dolores de estómago como si en la habitación en que escuchamos la canción se hubiera detenido el curso del tiempo y sólo restaran la armonía de la naturaleza y el humo de los papeles que quemamos. Por eso es importante escuchar esta canción tras el Conejo Blanco, que sirve de introducción al viaje. Somebody to love es la continuación del sueño de Alicia. Desde el púlpito de la iglesia Grace Slick nos dice que después de todo restará la libertad; dice que, aunque pensemos que estamos recluidos en una antro oscuro, en ese preciso instante nuestra mente viaje a los lugares más hermosos que podamos imaginar; habla de amistades, de amor y de sexo al aire libre, pero ante todo se recrea en paisajes de agenciamientos y libertad. Somebody to love es como una de las canciones cristianas que celebran el amor de Dios, una oración destinada a quien ha abrazado la fe y siente el abrazo del Señor.

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