Más que robar, el sistema traduce nuestro deseos. Pero también podríamos pensar el problema del deseo como problema que no es dado, no está ahí esperando que lo interpretemos filosóficamente, sino que es un devenir, un llegar a ser, devenir-atrofia en la mayoría de las ocasiones; ahí está la anhedonia, el abatimiento generalizado sobre todo entre aquellas personas resentidas por la competición sin tregua del mercado al que se enfrentan nada más abandonar sus casas.
¡Puta mierda!
Tú y yo enfrentados quién será capaz de acumular y disfrutar más consumo, más capital con forma de moneditas de chocolate del loro.
Si el problema no es dado, se está produciendo, está transformándose en este momento; lo que sucede en este preciso momento es tan evidente como que vivimos en una época determinada, bajo unas condiciones sociales y económicas concretas. Sin embargo pensamos que el neoliberalismo no afecta a nuestra forma de desear como por ejemplo el reciente debate sobre el poliamor que significa ser lo bastante rentable en todos los sentidos (sexual, erótico, monetario, cultural, social, normativo, etc.) como para entrar en el juego de intercambios sexuales que tiene lugar en las webs de desconocidos que se citan con la esperanza de alcanzar esos cuatro o seis segundos que dura el orgasmo, y después se supone que inician una relación social más profunda en la que lo más importante es maximizar o al menos mantener esa rentabilidad en todos los sentidos pues si dejes de ser rentable ay amigo ya has quedado fuera del circuito de intercambios y más vale que te centres en “mejorar” tus habilidades sociales, culturales o sexuales, más vale que te encierres en la cárcel disimulada del gimnasio y leas los clásicos y te eches cremas y cuides tu aspecto comprando ropa cara y que “representa” (¡este tío tiene pasta!), porque si no te dejará uno de tus “amores” y luego otro encontrará más rentable a otra pareja sexual o emocional porque ya se cansó de ti, y vuelta otra vez a empezar, esfuérzate, esfuérzate. COMPITE.
El debate sobre el poliamor que se pregunta por si éste es neoliberal cansa bien pronto. Con todo el respeto ¿De qué están hablando, señores y señoras? ¿Se piensan que los lectores somos estúpidos? Es como si nos preguntan si modo de desear es influenciado por nuestra realidad como sujetos que viven en la época del triunfo neoliberal. ¿Es deseo influenciado por la realidad? A ver si el problema es que seguimos pensando éste como la esencia abstracta teorizada por Freud: la líbido, pero el querer es muy real señores, querer más, pero más qué, más parejas sexuales y emocionales o más moneditas de chocolate, acaso la búsqueda de buenos encuentros, de personas que se vinculan con nosotras desde su diferencia.