Andaba yo preocupado por eso que decían los medios de que había una Segunda Transición en marcha. El control de Cataluña había sido transferido a un fondo buitre radicado en un paraíso fiscal y la Generalitat se había convertido en un corral subsidiado, así como algunos políticos de la Región Leonesa habían pensado que la única manera de desviar la atención de los problemas que padecían sus vecinos – a saber, los leones parecían haberse tragado las industrias y las políticas sociales– era sumarse al espectáculo del nacionalismo facilongo. Por su parte, el Estado de Españalandia seguía siendo un burdel gallináceo, y ya se sabe que más putas que las gallinas…

Pero el Frente Antiprostitución seguía extendiéndose, y luchando. Aunque no vayan ustedes a pensar que yo me involucraba más de la cuenta, ya saben, soy un literato neutral y por tanto deben comprar todos mis libros; la literatura no debe alentar a la revolución social sino airear confesiones de alcoba, reflexiones gilipollescas sobre los cuatro segundos que dura el orgasmo y todo eso, centrándose en chorradas como aparecer en las listas de un canon hegemónico que sólo les importa a cuatro gatos negros. Ya saben ustedes para qué sirve eso de la literatura española, para que esos gatos se la machaquen un rato. Y yo estoy de acuerdo en que así debe ser, pues me veo en la obligación de mantener la neutralidad prostitutiva de todo novelista para así intentar acceder a las listas antes mencionadas y vender diez o doce libros más.

Así que, ya quedan advertidos, no se confundan ustedes; yo no soy frentista (1). Fue mi querido amigo Keylor, un tipo grandote, chileno y español al mismo tiempo, quien me puso al corriente del asunto. Me confesó que el Frente había analizado la Segunda Transición, llegando a la conclusión de que la muy supuesta izquierda agrupada en torno al partido Podemos-Prostituirnos, parecía encaminada a limitarse a gestionar el capitalismo, al aducir que con el nuevo gobierno del 7 de enero de 2020 había cambiado todo porque nada había cambiado, que la aceptación de la los límites a la soberanía impuestos por la Unión Europea de Oligarquías era un asunto respetable; en definitiva, que iban a llevar a cabo el hercúleo esfuerzo de bajar tres euros con veinte el precio de la factura de la luz; claro que, por otra parte, todos los estudiantes y los trabajadores íbamos a seguir siendo prostituidos.

Keylor estaba en la idea de que unos políticos que provenían de un supuesto partido comunista, como el aplicado Pablito Bonaparte, Edu, Yolanda, o Irene La Hermosa Comunista Capitalista, se encontraban obligados, por la vía de la moral pero también por las amenazas de secuestro proferidas por los propios frentistas – una de cuyas células más activas comandaba el propio Keylor-, a reducir a la mitad la jornada prostitutiva en un primer momento, para posteriormente abolir la prostitución de facto, pues aunque la economía de transición al comunismo demandara de forma provisional algunas horas de lo que vendría siendo abrirse de piernas, se había demostrado científicamente que el trabajo podía posteriormente repartirse hasta que no hicieran falta más que hora y media ante el hijoputa del jefe, y bien es sabido que los españoles son perfectamente capaces, y que entre que van al baño a desnudarse, hablan del Real Madrid y se lían un cigarro, son capaces de tirarse una hora y pico sin hacer realmente nada, hasta que se marchan con su virginidad intocada por las sucias manos del capital.

Al poco Keylor me confesó que los frentistas sabían que no se aboliría la prostitución si antes no llegaba la tan ansiada insurrección popular, de manera que habían planeado convocar una huelga general revolucionaria no sin antes haber realizado el triple secuestro de su excelentísimo monarca El Felipista de Hamelín, el señor Pablito Bonaparte e Irene La Hermosa Comunista Capitalista, persistiendo en tales actividades subversivas hasta que Utopos fuera investido nuevo rey y se produjera el advenimiento de la sociedad de vírgenes e iguales.

Porque no puede ser, Atobas, no seas pendejo, buey – dijo Keylor-, si tú andas con nosotros no puedes lavarte las manos ahora, será mejor que lo entiendas, si estás, estás, a lo que voy; piensa que esos hijueputas nos la van a liar igual que en el 78, empezarán con que el fondo buitre que controla Cataluña debe ser participado por los proxenetas barceloneses y toda esa vaina, ya sabes, buey, y luego los propietarios de los prostíbulos multinacionales en Euzkadi, Eroski o como demonios se diga esa mierda de país imaginario, empezarán otra vez a producir banderas para comer, ya sabes toda esa vaina del consenso, pero será todo un timo, una jodida estafa, y claro, mientras discuten sobre lo muy consensuados que están en la defensa del sistema prostitutivo capitalista, aprovecharán para ponernos de putas durante diez horas al día para que ganemos cuatro cochinas monedas y nos alimentemos de banderitas, de putas hasta los 80 años, joder, esa gentuza es capaz y lo sabes, sabes que nos aplastarán si acaso se lo permitimos, pero eso no va a ocurrir, ¿verdad?, ¿verdad que esta vez no dejaremos que ocurra lo mismo que en el Primera Transición?

De eso ni hablar, contesté.

Me alegro de que digas eso, man – en ese momento fui golpeado por el codo de Keylor-, porque mi célula ha sido la encargada de secuestrar a su excelencia El Felipista de Hamelín. Y si plantan a un sucesor, pues entonces también lo secuestraremos y lo dejemos picoteando junto al resto de las aves, así hasta que logremos investir al rey Utopos que, en su cualidad de no-lugaridad, en ese momento de pausa que precederá a la tercera república, amigo, en ese preciso momento el pueblo irá a la huelga indefinida y acabará de una vez por todas con la prostitución a Tánatos y al Capital… en ese momento ya no importará si naciste en el pasillo de los yogures del Eroski-Euzkadi o en un pueblo de la montaña palentina, si vienes de aquí o de acullá, qué más dará eso, amigo, si seremos libres e iguales.

Mierda, no va a quedar más remedio que intentarlo o nos follarán vivos hasta convertirnos en masas deformes y sanguinolentas. Bueno, si me detiene el cuerpo perruno-policial, siempre podré consolarme con el hecho de que se han escrito buenos libros en la cárcel. Por intentarlo que no quede. Así me gusta, amigo, dijo Keylor mientras me envolvía en un cálido abrazo, para acabar apostillando; esta vez no permitiremos que ocurra lo mismo que en la Primera Transición.

NOTAS:

1. Siguiendo la costumbre de Spinoza de planear algunas cuestiones problemáticas en el apartado de notas del texto, me veo en la obligación, en cumplimiento de la más estricta verdad, de reconocer que milito en el Frente Antiprostitución.

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